Marina d'Or

Un pequeño lugar costero que, a comienzos de los noventa, apenas contaba dos mil habitantes, en su mayoría dedicados al sector agrario, fue concebido a un vendedor de colchones a mediados de los ochenta. 

De la noche a la mañana, familias humildes que vivían del cultivo agrícola pudieron gozar de lujos que nunca imaginaron gracias al "precio justo" a los que se podían comprar aquellos apartamentos. Así fue como, con el patrocinio de campañas de publicidad, comenzó a cimentarse el megacomplejo Marina d'Or, con unas ganancias activas valoradas en más de 2.000 millones de euros, repartidos entre más de 5.000 viviendas, cuatro parques temáticos y decenas de comercios. Una enorme inyección económica que propició la creación de cientos de puestos de trabajo y multiplicó por cinco la población oropesina en poco más 5 años.

Apenas sin inquietarse, se suman decenas de quejas ecologistas por el destrozo de playas naturales y su establecimiento termal que se presenta como “el mayor balneario científico de agua marina de Europa” carece, en realidad, de “aguas mineromedicinales y termales con fines terapéuticos y preventivos para la salud” la realidad no es otra, se capta del mar a través de una conducción que se adentra cientos de metros en el Mediterráneo.

La rápida transformación de Oropesa del Mar constituye una de las grandes ideas de fiebre inmobiliaria que ha impregnado de decadencia la geografía española en las dos últimas décadas.

La caída en un 60% de la venta de apartamentos en 2007 motivó la paralización de nuevas construcciones.

En 2022 esta es la imagen.


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